En la vereda El Hatico de La Cruz, en Nariño, hay un grupo de mujeres y un hombre que ponen las manos en el barro para moldear vajillas, alcancías y otros elementos que los ponen en la vitrina departamental y nacional. Es una labor dura que se ha constituido en su economía durante varias generaciones y aunque es poco valorado, su ingenio y tenacidad se mantienen en el tiempo.